El juego y la variedad de recursos de Carlos Alcaraz recuerdan a los Nastase, Connors, Borg....
Fue inevitable que Rafael Nadal y Carlos Alcaraz fueran comparados en los primeros compases de la carrera de 'Carlitos', y más en esta bipolar España nuestra. Ambos españoles, ambos tenistas, ambos precoces campeones de Grand Slam... Fueron inevitables esas preguntas sobre si Alcaraz era el 'nuevo Nadal' o si Alcaraz llegaría a superar a Nadal, aunque para ello hubiera que obviar lo quizá dicho pocas semanas antes: que si Nadal era irrepetible, sus récords inalcanzables... El hecho de que con el tiempo -un tiempo medido en meses- la tempestad de comparativas se haya aminorado un tanto indica un detalle muy importante: que aunque sea de forma inconsciente, a Carlos Alcaraz 'se' le empieza a 'conceder' personalidad propia. Ya no se le ve como el nuevo Nadal.
Hace unos meses alguien dijo -y lamento sinceramente no recordar quien- que Carlos Alcaraz empieza donde lo deja Nadal. Porque en efecto la carrera de Nadal puede darse ya por cerrada, aunque incluso aún lograra algún gran éxito, un 'último hurra'. En un principio la frase pudo parecer excesiva, rimbombante. Pero si pensamos seriamente en ella, la analizamos tenísticamente, no lo es tanto y enlaza con la superación del concepto de Alcaraz como 'nuevo Nadal': Rafael Nadal y Carlos Alcaraz, como tenistas, no se parecen. Se parecen en lo mismo que Dalí y Picasso, en la famosa comparación que Dalí hizo de sí mismo con el malagueño "Picasso, es pintor. Yo también. Picasso es español. Yo también. Picasso es un genio. Yo también..." hasta llegar al punto de la divergencia. Nadal y Alcaraz son dos grandes tenistas, pero se diferencian en lo tenístico.
Si quisiéramos definir a Nadal como tenista hablaríamos -en pocas palabras- de su enorme sentido táctico y estratégico, de su toma de decisiones, de su entrega y su fortaleza mental y su capacidad de reinventarse y adaptar su juego. Del Carlos Alcaraz que conocemos hasta hoy señalaríamos su creatividad, su versatilidad, su enorme amplitud de recursos y su genialidad cuando el patrón de juego se rompe y hay que ganar por intuición. Él mismo ha dicho que espera que este Roland Garros le haya ayudado a mejorar su fortaleza mental. Dicho de otro modo, antes de este Roland Garros a Carlos Alcaraz le faltaba aún la capacidad de ganar cuando no lograba desplegar su mejor juego. Ahora ha avanzado en ello.
Y es esa variedad de recursos lo que hace atractivo a Carlos Alcaraz. Se dice que Carlos Alcaraz es 'el jugador del futuro' pero en realidad no es así. El tenis ha evolucionado en los últimos años -ya va la cosa por un par de décadas- hacia patrones de juego muy similares, en los que lo fundamental es golpear muy fuerte y profundo. Aún en los años 90 el cuadro individual masculino de Wimbledon podía variar en un 40% de jugadores. Hoy, reglamentaciones de calendario al margen, esto ya no sucede: en tierra, en dura y en hierba se juega, con algunas variantes 'menores', de forma muy parecida.
Sin embargo Carlos Alcaraz es el tenista más imprevisible del circuito. No solo el uso de las dejadas -un recurso que le tuvieron que limitar cuando era juvenil y hoy tiene que ir dosificando cada vez más, porque sus rivales ya lo esperan- sino el hecho de que es díficil saber qué golpe va a dar en cada momento, qué solución va a tomar.
Salvando las distancias, Carlos Alcaraz nos devuelve a los tiempos de los geniales tenistas de las raquetas de madera de los primeros años 70, cuando la potencia estaba limitada por la herramienta y los Nastase, Connors, Orantes, Newcombe, Borg y compañía tenían que echar mano de la creatividad. Ciertamente también les ayudaba que el juego era más lento, porque la raqueta de madera daba para lo que daba, pero cada partido era diferente: cada vez que uno de ellos afrontaba un punto era difícil saber qué iba a salir de su muñeca.
Hoy, con la evolución propia de unos 40 años y unos materiales de juego muy diferentes, que han redundado en mucha más velocidad de juego, Carlos Alcaraz consigue lo mismo, o más bien la versión actual posible de 'lo mismo': un juego imprevisible en el que al desborde no se llega por golpear más fuerte y mas veces que el rival, o no solamente por eso. Es la versión moderna de los genios de aquella época, tenistas sin patrón o, más bien, con capacidad para aplicar patrones diferentes de juego. En ese sentido sí puede decirse que Alcaraz empieza donde lo dejó Nadal.
"En cada punto, Carlos Alcaraz puede dar siete golpes diferentes"" Carlos Santos, entrenador de Carlos Alcaraz. 2017.
Goyo Ybort, uno de los grandes conocedores del tenis de formación en España, recuerda que en 2017 Carlos Santos, entrenador entonces de Alcaraz, decía de su joven pupilo que "Carlos tiene muchos recursos, dentro de un mismo punto es capaz de hacer siete golpes diferentes, algo inusual en los demás. Creo que según pasen los años, Carlos va a coger fuerza, va a ganar en cuerpo, y si a lo que ya tenemos ganado le sumamos la fuerza, va a estar ahí".
Hoy, siete años después, podemos decir que Carlos Santos tenía razón. Y que Carlos Alcaraz es un jugador de presente y futuro... pero recordando el mejor pasado del tenis.
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