Es irónico, lo primero, pero tiene algo de realidad: solo a un equipo como al Real Madrid le puede venir regular lo de ganar un partido de fútbol. Lo de ser campeón. Y en cierta manera le pasó contra el Cádiz que, con la victoria (3-0), y la posterior derrota del Barcelona, no pudo celebrar el título en el césped ni, por decisión del club, irá a Cibeles a festejarlo con su diosa. Sin duda, lo 'peor' de ganar una Liga. Bendito castigo, habrá quien piense por ahí.
Todo ello, claro está, también porque el partido ante el Bayern de Múnich fue realmente el duelo que estaba jugando el conjunto blanco esta tarde ante los andaluces. Al menos en la cabeza. Por eso Ancelotti hizo hasta diez cambios en su once con el que además regaló al Bernabéu la posibilidad de volver a ver a Courtois nueve meses después y a Arda Güler como titular. Ambos se llevaron merecidas ovaciones por su partido y la fiesta fue completa cuando marcó Joselu que parece sufrir el 'síndrome del impostor' cada vez que sale a jugar.
Y es que el partido no tuvo mucha más historia. Evidenció, eso sí, la curiosa vida del Real Madrid. Un día pilota un Fórmula 1 en Múnich y al otro pasa una plácida tarde en bicicleta. Lleva toda la temporada queriendo morder un título y cuando llega la fecha, prefiere ser campeón otro día porque le luce más. Bendito problema. Es la ironía del fútbol.